miércoles, 11 de diciembre de 2013

El Hotel

El hotel era pequeño, bueno, para lo pequeño del pueblito era grande, teníamos quince habitaciones repartidas en las dos plantas, sobre la planta baja donde estaba la recepción, el salón comedor , la cocina , y los servicios de mantenimiento del hotel, a cincuenta metros del lago que era toda la atracción de la zona, las quinientas personas que habitaban el pueblo daban un promedio de edad de cuarenta y cinco años, digamos un pueblo de gente grande en su mayoría con la vida resuelta y pocas aspiraciones, por la cantidad de gente bastaba con uno o dos comercios en algunos ramos, los ingresos generales de las personas llegaban desde las pequeñas explotaciones agropecuarias, las pensiones jubilatorias, los empleos en el Banco o el Correo, el centro comunitario, la estación de servicio, que quedaba a la entrada sobre la ruta a unas diez cuadras del centro donde esta la plaza y donde estamos nosotros con nuestro hotel, y que desde las ventanas del tercer piso, se ve la costanera del lago y el agua gris que formaba su espejo.

Entre los clientes que teníamos, por lo general, eran familiares de los mismos habitantes del pueblo, salvo algún que otro viajante o turistas buscando un poco de silencio en donde solo teníamos una antena comunitaria para ver televisión en horas de la tarde y hasta las cero horas donde se cortaba la transmisión para realizar el descanso nocturno.

La oficina telefónica se manejaba con una central de cien lineas en donde estaban habilitadas setenta y dos abonados para comunicaciones internas y donde las llamadas nacionales se hacían por medio se la operadora de turno.

Nosotros teníamos una cabina con un teléfono para llamadas externas al pueblo que usaban las personas que de paso llenaban nuestras habitaciones.

Con el correr del tiempo en mi trabajo de encargado del hotel, con ocho años al frente de la atención al público, fui conociendo a los familiares de los vecinos que venían de visita por vacaciones o por acontecimientos como aniversarios importantes y hasta por defunciones.
Tenía tres ayudantes, una en la cocina para los desayunos que se incluían en el precio de la estadía, y en el resto del turno se ocupaba de la lavada de la ropa blanca en uso, otra chica que se encargaba del aseo de las habitaciones, áreas comunes y el arreglo de camas, y la tercera como ayudante administrativa y recepción en turnos aleatorios conmigo.
Así veíamos pasar gente durante todo el año por nuestro hotel,que considerábamos “nuestro” ya que ni siquiera sabíamos quién eran los verdaderos propietarios, mi ingreso se produjo por una entrevista con la encargada anterior a mi llegada y las cosas se sucedían de acuerdo a las necesidades, todo funcionaba de una forma programada en donde una vez a la semana se depositaba en el banco el excedente del balance de la semana y en la oficina de correos el sobre con los soportes escritos de todas la operaciones en la casilla con el nombre del hotel, nunca supe quién retiraba el sobre que consignábamos nosotros, aunque nos avisaban por teléfono cuando teníamos correspondencia llegada a nuestro nombre.

Que loco pensar que el propietario de hotel fuera quizás alguno de los pasajeros, pero quien?, siempre me hice esta pregunta, y trataba de acordarme de los clientes circunstanciales y repitentes con o sin compañía, las charlas con la gente nunca pasaba mas allá de información de pueblo, el lago, la gente, las posibilidades de instalarse a vivir y agrandar la cantidad de habitantes, que posibilidades de nuevos negocios, y así como del clima y hasta de la enseñanza en la única escuelita donde dos maestras y una directora, formaban a los niños y adolescentes desde el jardín infantil, hasta el ciclo básico de secundaria, y que ocupaba un espacio en el centro comunitario donde un representante de los vecinos hacia de intendente, juez y policía.

Me consideraba afortunado de vivir en un lugar, podríamos decir, un paraíso en comparación a las medianas o grandes urbes, y creo que era porque, aunque conocíamos de la existencia de la tecnología moderna, no era para los habitantes del pueblo una necesidad imperiosa, a treinta kilómetros, en el pueblo vecino, se podía encontrar las señales para telefonía celular o internet en cualquier establecimiento, o sea que vivíamos en un espacio de pleno descanso.

Una tarde llega en su auto nuevo un cliente a registrarse y reserva otra habitación para la mañana siguiente para una pareja con la que quedaron encontrarse aquí, nada en particular ya que el flujo de hospedaje estaba en un cincuenta por ciento, era mitad de semana, y se incrementaba la cantidad de personas en el fin de semana ya que mucha gente venía a pescar.

Al otro día llega la pareja que tenía la reserva, y reconocí al hombre de haber venido en alguna otra oportunidad, pero no así a su acompañante, una mujer muy hermosa y elegante, portaban solo una maleta de tamaño normal, como para uno o dos días, se registraron y subieron a su habitación en la parte del frente del hotel.

En el salón comedor se reunieron los tres a desayunar y se veía una relación normal, como de amigos, desde la recepción podía observar a través de una de las ventanas del comedor casi todos los movimientos en el salón.

Estuvieron viendo folletos y papeles, tomando notas, sacando cuentas con la calculadora como programando algún emprendimiento u organización, salieron los tres como a la once de la mañana a recorrer el pueblo y a almorzar supongo, ya que no hay mucho para ver a no ser que sea el embarcadero en el lago y el restaurante-confitería del paseo comercial.

Eran las tres y veinticuatro de la madrugada cuando me despertó la alarma de humo,
algún desvelado fumando en la habitación pensé, cosa que estaba prohibido, me levanto a ver el tablero de que piso era y encuentro una densa cortina de humo en el primer piso, automáticamente pongo la alarma de incendio y los pasajeros asustados salían corriendo de sus habitaciones, algunos con algo de equipaje , otros como estaban en la cama, con lo puesto, desde el centro comunitario la persona de guardia puso en funcionamiento la bomba de absorción de agua del lago y en la camioneta de la entidad salió cargando las mangueras para incendios, no había bomberos, solo una red de tubos que en cada esquina tenía una boca de incendio donde se conectaban las mangueras y los vecinos colaboraban voluntariamente entre todos para apagar el fuego donde fuere, rapidamente comenzó a llegar gente a ayudar mientras que los huéspedes salían corriendo hacia la calle, de dos de los balcones del primer piso se descolgaron los ocupantes de esas habitaciones no sin tirar antes las pertenencias a la calle, la hermosa mujer que llegara en la mañana salió con ropa interior solamente pero le alcanzaron una camisa para que se cubriera, las llamas eran cada vez mas grandes, los gritos de miedo y de los voluntarios se juntaban cuando empezaron a echar agua hasta adonde alcanzaba la presión de la bomba en el costado del lago, el trabajo fue arduo cuidando que el fuego no cercara casas vecinas,a eso de las cinco de la mañana solo se veía algo de humo salir de los escombros y de lo poco que quedó de la recepción todo mojado solo pude sacar el libro de registro a medio quemar y tiznado con las brazas de las maderas del mostrador.

Era mi tarea ahora comprobar cuanta de la gente que estaba en el hotel estaba en la calle, sentados en la vereda frente al incendiado hotel comencé a tachar a los presentes viendo quienes estaban y si alguno quedó bajo las ruinas del incendio, el registro del día me sumaba diez y seis personas pero los que tenia delante solo eran catorce, la bella mujer lloraba desconsoladamente sabedora de que los dos faltantes eran los que estaban con ella en el día anterior.

Comenzaba a aclarar cuando llegó el delegado municipal a levantar un acta con la información que yo le tenía que dar, hora del incendio, persona hospedadas, reacción en la contención del fuego, estimativo de perdida y esas cosas que son parte del recuento de los eventos en estas circunstancias.

Con el ofrecimiento del salón comunal de la delegación para agrupar a todos los residentes del hotel esa mañana, y tratando de llevar contención por el mal momento pasado durante la noche, comenzaron a llegar algunos vecinos con jarras de café y poniendo a disposición los teléfonos de las casa para cualquier llamada a familiares o amigos.

Las tres empleadas del hotel llegaron a hacerme companía y queriendo saber que iba a ser de sus trabajos ahora que no excistía mas el hotel, yo no podía responder a eso, “nuestro” trabajo ya no estaba, hasta ayer vivíamos en un pueblo paraíso y un día después estábamos viendo un dantesco panorama.

Quien llevará a cabo la investigación de lo ocurrido, quien se hará cargo de los daños a terceros, de nuestros puestos de trabajo, de reconstruir nuevamente un edificio para la misma prestación, QUIEN...


Se me terminó la ilusión... 

lunes, 9 de diciembre de 2013

De Visita

De visita



Bueno, hoy voy a pasar por la casa del viejo a ver como anda, hace mucho que no se nada, espero que este bien, el trabajo me tiene muy ocupado últimamente, y por una cosa o por otra nunca tengo tiempo, pero hoy ya está decidido, voy a ir.

La casa se ve como sin habitar, aunque el viejo auto está en el garaje, toco el timbre y espero a que me contesten, se corre la cortina de la ventana que da al garaje y veo la cara asombrada del viejo que esboza una sonrisa, parece que esta buscando las llaves porque se demora mas de un minuto en abrir la puerta de la casa, luego la reja de la puerta, hasta llegar lentamente al portón de entrada desde la calle.




Me mira con los ojos entre tristes – por los párpados caídos ya por los años- y alegres de verme, siempre me espera para tomar unos mates y charlar de como nos está yendo a mi y a mi hermana que tampoco viene de visita, apenas dos o tres veces al año, se alegra de los logros individuales de nosotros, aunque habla muy poco de como se siente o hace, sabe que estuvo mucho tiempo ausente y reconoce en silencio que si nosotros estamos un poco ausentes con él no nos juzga aunque creo que quisiera que fuéramos un poco mas cariñosos, lo digo por el abrazo que quiere ser fuerte cuando nos despedimos, pero aunque queramos después de tanto tiempo que no lo vimos casi como que cuesta un poco devolverlo con la misma fuerza.


Hoy lo vi mas viejo, me enterneci un poco porque me acordé como lloró cuando se enteró de la muerte de mi mamá, de la cual no estaba enterado por estar fuera del país y que no quisimos decirle, se notó mucho el sentimiento por la perdida de quien fuera su mujer.


Charlamos de todo y de nada, le dejé algún regalo que le llevé casi como retribución a un buen regalo que me trajo de Europa para mi equipo personal de trabajo de edición de sonido y vídeo, fue un lindo regalo que no esperaba pero que aún no usé, no se por que, pero está ahí, a lo mejor como para verlo y pensar que algo de mi viejo tengo para recordarlo.


Me voy, no se cuando regreso pero ojalá no me traigan de vuelta alguna mala noticia, seguro mañana no me voy a acordar, pero el regreso hasta mi casa en donde la comodidad y el confort de un condominio cerrado en la zona norte del conurbano estará lleno de recuerdo de la última hora que estuvimos juntos